El 11 de Febrero de 1.873, el Congreso de los Diputados y el Senado, reunidos en sesión conjunta y constituidos en Asamblea Nacional, proclamó por primera vez la República en España por 258 votos a favor y 32 en contra.
Instantes antes, Emilio Castelar había enardecido a diputados y senadores con este discurso:
“Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de D.Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por si misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria.“
A pesar de aquellos esfuerzos y de otros muchos que vendrían posteriormente, los republicanos españoles tenemos aún por delante el reto de hacer posible de nuevo en España un régimen genuinamente democrático, una nueva y definitiva República que sea el eficaz instrumento de renovación que la sociedad española necesita. Hoy, como entonces, no cejaremos hasta conseguirlo.